Letal embrujo de tus ojos como el amanecer,
nací en tu sonrisa,
y en ella la brisa me hizo perecer,
pues fue tu encanto indestructible,
como el acero que tu corazón rige,
y fue apenas perceptible,
el sentimiento de odiarte y amarte que mi
corazón exige.
Eres princesa, lejos de un reino olvidado,
pero que aún vive, aún resiste,
ante el pecado sagrado de un ángel en el
que me he convertido,
o hubiera querido ser...
para cuidar a aquella alma tan frágil,
tan indefensa,
pero a la vez tan llena de ti.
Como quisiera no haberte conocido,
pues ahora me llamo vacío,
no hay aire porque...
¿Qué es lo que queda después de un sueño
destruido?
¿Dónde es que está el sepulcro de una
ilusión a la cual han partido?
Tú eres todo y yo soy tú,
tan sencillo como eso.
No importan las furiosas tormentas,
ni las bestias con máscaras de caballeros,
pues somos magia y estamos llenos,
de un destino ajeno al que no
comprendemos,
pero que nos seduce lentamente,
como una rosa al despertar al sol en sus
penumbras,
tan ávida de vida.
De un ayer que me embriagó con tu nombre,
y como un hoy mis alas cortaron,
pues mañana caeré muerto sobre tus brazos
y tus pensamientos
más secretos dibujados tal vez sobre mi
alma.
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