Hondas figuras de tu vientre,
acarician el viento,
como ráfagas de silencio en paz.
Las ninfas parecen detener el tiempo,
laberintos de humo dibujan espacios,
estoy en el bosque de aluminio y acero.
Mi rostro se va alejando del
y se enreda en colores inciertos,
se acerca y desaparece el olor abstracto.
Veo y profundizo entre enredaderas
deformes,
caras desconocidas y dragones ermitaños,
de carne y no por ello existentes
son mi retrato, pero no por ello son míos.
Imágenes adaptadas a nuestra voluntad,
desaparecen en el punto negro del bosque;
despacio lo que era, es ahora, lo que
ahora es
veo a través y no pieles de frondosa
existencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario