Noches sin calendario

 Me desvestiste de toda creencia y verdad,

reescribiste una y otra vez mi realidad,

incluso, retaste toda definición de amor,

me reconstruiste desde cero y sin temor.

Y aunque hoy soy un hombre diferente,

mi corazón aún te piensa incansablemente,

y aunque los días tengan otro color,

tus abrazos siguen calmando mi dolor.

Y es así que veo al amor con otros ojos,

esos que cuando se cierran, me dicen:

amar es abrazar con sabiduría una decisión

esos que cuando se abren, me dicen:

despertar un día más a su lado es una bendición.

Solo pido caminar de tu mano cada uno de mis días,

dar pasos cada vez más lentos, pero firmes,

disfrutar de tu sonrisa en el camino,

brindar porque un día cometimos la locura de elegirnos,

y decirte te amo de todas las maneras posibles.

Porque si no estás,

me pierdo en los segundos,

los días solo son noches sin calendario,

mi alma te busca en silencio,

y mi corazón incompleto, te llora.

Aprendiendo a tender la cama

 Cómo traicionar una decisión?

si en primer lugar, fue tu elección?

te retractas o eres un cobarde?

eres de esos que huyen cuando las papas arden?

No lo soy pero tampoco lo otro,

soy algo que aún no sé reconocer,

pero de algo sí estoy seguro,

Me derroté a mi mismo para poder mirarte a los ojos.

Esos que ahora no me quieren mirar,

aún cuando según yo, di la mitad más uno,

y; según tú, tendí mal la cama,

no me hagas elegir,

que decidir, te cuesta la vida.

¿Para qué?

¿Cómo explicar el amor en su esencia?,

tal vez en la ausencia,

tal vez en ese silencio revelador,

en esa foto desaparecida del velador.

¿Cuándo es que vence la razón?

Si con uno de tus besos.

podía naufragar a otra dimensión,

y secuestraba a la felicidad y sus excesos.

¿Este rompecabezas nació sin una pieza?

¿la creé en mi cabeza?

maldito equilibrio, maldita nitidez,

¿Acaso no es posibles un poco de locura en la sensatez?

¿Cómo es que estamos tan lejos,

si nuestras almas están entrelazadas?

Hoy confieso haber perdido la fe sin tapujos,

y develo que todo es tangible en este cuento de hadas.

Tácito

Siempre te extraño,

porque me haces recordar el fin, 

ese que te hace apreciar el daño

y hace que veas al futuro, como un comodín.

Siempre te busco,

aunque no quiera encontrarte

y tu y yo sabemos por qué.

Ten paciencia, trataré de tenerla también.

Sé que me deseas hace mucho tiempo,

y he sido, para tu mala suerte, escogido.

Aún faltan momentos y no miento,

me queda tan solo un pedido.

Y aunque tenga conciencia que el miedo no sirve,

manipule matemáticamente mi destino,

mi lealtad está en una decisión y no en el amor,

te espero sin fecha, lugar u osadía.

No hay tiempo

Saboreo la derrota desde lo alto.

Y ahí te veo implorando perdón,

te supliqué misericordia,

y ahora eres tú quien pide una explicación.

Déjame contarte una ilusión,

tal vez eso apacigüe tu traición,

y quieras correr hacia mis labios,

y tal vez, solo tendrás un perdón de Dios.

Sedúceme todo lo que puedas,

conquístame frenéticamente,

engáñate si es lo que quieres,

pero a mi, no me tendrás jamás.

Ya no, y es que aún me amas?

Yo te amo. Lo quieres?

quiero escucharlo, intensamente.

Sedúceme todo lo que puedas.

No habrá un 3, 2, 1 acción!

solo un corazón roto y una canción,

me conoces y sabes mi siguiente paso,

gracias, por si acaso.

Cree

Dame los más insanos lienzos,

y aún así, me haré dueño del camino,

pondré fin a todos tus comienzos,

mientras mi copa siga con vino.

Descifraré a mi antojo cada trazo,

y tendrás algo más auténtico que el arte,

pues en mi mundo no existe el fracaso,

pero si no me crees, puedes quedarte.

Mi honestidad la define el bushido,

por eso soy cauteloso con mis palabras,

si me escuchaste, ya es un acto cumplido,

¿qué esperas que no lo celebras?

Domaré los mares más inesperados,

pintaré con mi sangre, si se agotan todas las tintas,

haré de mis enemigos, mis aliados,

hasta dejar a las estrellas atónitas.

Los 3 actos

Cuando desperté, tuve mi primera batalla contra la muerte,

y aunque aún no sabía hablar,

y aunque aún no sabía lo que sucedía,

pretendía quitarme la vida y dejarme respirando.

Acarició, con su fría mano, mi mejilla,

y aprendí mi primera lección: "esto no es nada personal"

Emprendí entonces esa búsqueda que no te lleva a ningún lugar,

Y aunque aún no lo entendía,

Y aunque aún solo sabía correr,

había empezado mi segunda batalla, esta vez, conmigo mismo.

La voz de mi madre pretendía protegerme, no la culpo,

pero cada palabra me seducía hacía el odio y rencor.

Y aprendí mi segunda lección: “huir de los problemas,

no los desaparece, los guarda, como un cáncer, en el corazón”.

Me senté, porque así lo decidí, contigo en la mesa,

Y aunque el presente era incierto,

Y aunque todo era irreal,

Estaba desarmado, porque así lo decidí, en mi tercera batalla,

esas donde no hay vencedores ni glorias que contar.

No había más una lección que aprender,

Solo un corazón feliz de recibir quimioterapia.